Noviembre, 2022.
Por: Cristina I. Ramírez Colón, Geógrafa, Gerente de desechos acuáticos, Programa del Estuario de la Bahía de San Juan
La mayoría de nosotros utilizamos el aceite de cocinar en nuestra dieta caribeña. Desde un pescao fresco del Oeste hasta unos ricos granitos del Este de la isla. Algunos frecuentamos su uso, mientras otros solo lo utilizamos para un capricho. Desde unos tostones de pana, una alcapurria, unas morcillas hasta como aderezo en la ensalada.

Somos conscientes al utilizarlo, pero inconscientes del impacto que provocamos cuando culmina su función. Vivimos en automático, pensamos en el momento y no nos cuestionamos qué ocurre cuando disponemos el aceite de cocinar usado. Compramos el aceite, encendemos la estufa, lo vertimos en el sartén y luego el calor hace el resto. Muchos lo reutilizan y le sacan el jugo; mientras, otros lo utilizan en una ocasión y buscan la manera de deshacerse de este al instante.
¿Qué ocurre con cada gota de aceite que descuidamos al momento de limpiar las ollas, transvasar o eliminarlo a través del fregadero? En ocasiones, hemos escuchado el discurso de que el aceite y el agua no mezclan, y es cierto. Podemos introducirnos en los conceptos técnicos de densidad, polaridad y neutralidad, sin embargo, es más sencillo educar sobre ello y evitar esta mezcla.
El 60% de los desbordes de aguas sanitarias ocurren por obstrucciones creadas por aceites y grasas en el sistema de alcantarillado sanitario. Todos hemos observado frecuentemente estos desbordamientos y no es de nuestro agrado que las tuberías colapsen, sean fuentes de vectores o tengamos que interactuar con aguas contaminadas mientras caminamos por las calles de nuestras comunidades.
Cada gota cuenta. Cuando evitamos que el aceite, sin importar su cantidad llegue a las tuberías, protegemos y extendemos la vida útil de la infraestructura del agua. Por ejemplo,
se reducen los costos de limpieza, mantenimiento y reparación de los sistemas de tratamiento de aguas usadas, cumpliendo con las regulaciones ambientales. De esta forma, salvaguardamos el estado de salud de nuestros cuerpos de agua, de los ciudadanos y las comunidades.
Es prioritario que innovemos, exijamos y logremos crear y mantener la infraestructura necesaria para aprovechar nuestros recursos. Les propongo que dejemos de ver el aceite como “Residuo” y comencemos a destacarlo como un “Recurso”.
El aceite vegetal tiene propiedades que permiten su vida después de su uso. Este material, aunque lo usamos para cocinar, provee otras funciones. Podemos reutilizarlo para su post consumo, como lo hacen en muchos países en el mundo. Se utilizan en el sector industrial: como lubricantes y pinturas; en el energético: con el biodiésel; en la fabricación de jabones y velas; y en el sector agrario para la alimentación animal.
De la misma manera que debemos crear la infraestructura necesaria para el manejo adecuado del aceite, se deben crear programas para su desvío correcto, reuso y disposición final. Integrando a nuestro vocabulario la economía circular, debemos dirigirnos a aprovechar y conservar nuestros recursos, promoviendo la gestión integrada de residuos. Esto consiste en fomentar la colaboración y responsabilidad de todos los sectores, desde su producción, distribución, uso y disposición. De esta manera, hacemos una transición hacia una economía sustentable, de avanzada y consciente, como la economía circular.
Desde la plataforma de Generación Circular, un grupo de profesionales buscamos diversas estrategias de manejo de materiales, incluyendo lograr la recuperación y el desvío del 50% de los galones de aceite vegetal usados para el 2028.
En Puerto Rico existen programas de reuso de aceites de cocinar. Te invito a que los apoyes, integres y con tus acciones contribuyas al bienestar de tu comunidad. Separa y coloca el aceite usado de cocinar en un envase una vez este frio. Busca los centros de acopio y sé parte de esta visión hacia una economía circular. En esta época navideña, y a través del año, reflexiona y disfruta de una manera consciente y responsable con el medioambiente que nos sostiene. Recuerda que cada gota y cada acción cuenta.